Cuando una es treintañera el círculo de amistades sufre una especie de evolución. Una metamorfosis que va moldeándose como consecuencia de las decisiones que vamos tomando y de las oportunidades, golpes y experiencias que surgen al ir viviendo. Aunque algunos lazos nunca se rompen sólo se debilitan mientras que otros se estrechan aún más. En este mundo frenético que nos movemos, no siempre es fácil dedicarle el tiempo necesario a ese amigo o amiga con el que hemos vivido muchas aventuras, confidencias y situaciones, especialmente si no se está en la misma etapa vital.
En la década de los 30, uno de los puntos de unión más habituales es el estado sentimental / familiar de cada uno, sobre todo porque es más heterogéneo que en otros periodos. Los que tienen hijos hacen planes con otras parejas con hijos e intercambian salidas familiares; los emparejados sin descendencia están todo el día con su amado/a o hacen planes con otras parejas y, a veces también se apuntan a los de los solteros. En nuestro caso, los solteros pasamos muchísimo tiempo con los amigos, especialmente del mismo sexo (al menos yo).
La soltería sin amigas sí es un estado sentimental poco atrayente. Con las amigas solteras improvisas planes, te pasas por su casa después del trabajo para analizar qué ha dicho el ligue de turno o lo ocurrido en la fiesta del sábado o te acompaña a comprar un vestido para la boda número cinco del año. Además, acostumbra a ser un interlocutor que te ahorra ir al psicólogo en tiempos de precariedad laboral.
Las amigas solteras son esas confidentes con las que compartes las cosas buenas y también las malas de la soltería. Ellas saben animarte cuando un tío más pasa de ti o cuando un jefe tiranosáuricos no valora tu visión mucho más innovadora y es la primera que se apunta a un bailoteo. Pero lo mejor de todo es que ella pasa por lo mismo que tú y te entiende a la perfección en cada uno de tus miedos, ilusiones y decepciones.
Sin embargo, siempre llega un momento agridulce. Un momento que todas sabemos que llegará pero nunca se aborda abiertamente: cuando ella abandona el mercado. Una vez fuiste tú pero ahora le ha tocado a ella. De un estado anímico de euforia y emoción por la noticia se pasa al de la tristeza y el miedo. Entonces te sientes fatal por albergar en tu interior ese tipo de sentimientos más propios de Cruella de Vil que de una amiga.
Pero es lo más normal del mundo sentir ese tipo de contradicciones. Te alegras porque el tío te cae genial, incluso tú has allanado el camino para que eso acabe surgiendo y ves que puede ser muy feliz con esa persona pero, por otro lado, te empiezas a comer la cabeza y tienes miedo de quedarte sola, empiezas a pensar que irradias un aura extraña que ahuyenta a los hombres buenos o que cuando todo el mundo se emparejó te quedaste sobada en el sofá viendo la película de sobremesa en Antena 3.
Después de este momento de crisis, la vida sigue. Tu amiga no desaparece de la faz de la tierra como pensabas, incluso te presenta el único tío del mundo mundial soltero que tiene una afinidad del 90 % contigo o simplemente conoces a otras amigas extraordinarias que de no ser soltera nunca habrías conocido o te sale una oportunidad de trabajo que soltera puede vivirse mucho más intensamente.
Además, la vida da muchas vueltas y al igual que se va del mercado puede volver y tu marcharte o coincidir una vez más. Lo más importante e inteligente es saber ser feliz con lo que uno elige o le toca vivir y sacarle el máximo partido.
Hola Laura!
Sí, son las mismas, pero las circunstancias son otras. Es verdad que hay algunas más independientes y otras no tanto! Gracias por el comentario.
Isa tus amigas que se van al del mercado de la soltería siguen siendo las mismas, quizá tengan menos tiempo, pero seguirá entiendiendo tus preocupaciones de "soltera" o puede que más. Y en caso de que el novio se le suba a las barbas jajaja, cosa que no me extrañaría teniendo en cuenta la madurez de algunas, seguirá siendo la misma y tú podrás reirte de su tontería y darte cuenta de qué dependiente que es la muchachina.