En el casi inexistente mundo de las ofertas laborales, se ha puesto de moda la corriente de los flipados, con efectos más alucinógenos que el de algunas setas, especialmente en materia de inglés. Este mainstream es una consecuencia del fenómeno español del paro por las nubes: a más demanda y menos oferta, exijo el oro y el moro al candidato a cambio de casi nada. Y si no estás contento hay una larga cola hambrienta esperando reemplazarte por menos.
Los departamentos de Recursos Humanos rara avis, aquellos que no se dedican a los despidos, ERES y recortes, sino a reclutar un nuevo empleado, escriben una carta a los Reyes Magos cada vez que publican una oferta. Esos grandilocuentes requisitos exigidos sólo pueden conceder S.A.R de Oriente y no las personas de carne y hueso, sobre todo, porque pagan como mucho 1.000 € al mes.
Aviso que soy fruto de la generación que sirvió de conejito de indias a esa gran idea del socialismo español: la ESO. Con esto quiero poner de relieve que las generaciones actuales, quizá tengan ese inglés bilingüe que se pide para ser, no sólo periodista, sino recadera, recepcionista, camarera, secretaria o profesora de lengua española.
Me sorprenden tales exigencias cuando Ana Botella explica las mil maravillas de Madrid con un “rexaling cup of café con leche in Plaza Mayor”; ningún presidente español ha hablado con soltura inglés, y la gran mayoría de altos mandatarios autóctonos piden servicio de traducción en los encuentros internacionales. Yo estoy a favor de una sociedad española con inglés bilingüe, pero si los que han de dirigir el país no lo tienen cómo se lo exigiremos al resto.
Quizá es un poco radical y existen excepciones, pero creo que ese inglés bilingüe o nivel Proficiency que piden en muchas empresas se consigue a golpe de talonario de los padres desde que los hijos son pequeños – estancias en el extranjero, bachillerato en Estados Unidos, profesores particulares, academias de por vida, exámenes de Cambridge– , un progenitor anglosajón (el mejor regalo que pueden hacerte), una fuerza de voluntad sobrehumana, un coco privilegiado o que diariamente lo necesites para desarrollar tu trabajo.
Y me atrevo con tal afirmación, porque nuestro sistema educativo (me refiero al que hemos vivido los que estudiábamos en los 80 y 90, ahora no tengo ni idea) nos ponía tres horas de inglés a la semana con un profesor que debía de tener el First. Siempre repetíamos los mismos tiempos verbales y vocabulario; y el docente muchas veces se pasaba al español cuando los alumnos no entendían alguna palabra. Algo parecido pasa enn las academias de inglés, que haces una hora de speaking con la de al lado que tiene un acento más castizo que Belén Esteban, o en las estancias en el extranjero rodeado de españoles en el que aumentas los amigos spanish pero no el inglés.
Dinamarca u Holanda hablan un inglés perfecto gracias a la televisión y el cine, pero nosotros tenemos los mejores dobladores del mundo. ¿Por qué ver las películas y las series en versión original? Gracias a otro mandatario, Francisco Franco, tenemos una industria del doblaje muy poderosa, ya que entonces se utilizaba para controlar los diálogos de las películas americanas. Y así, en Mogambo, los espectadores no veían una infidelidad sino un incesto. Los de la censura eran cortos rematados y encima creían que el pueblo también.
Desaprovechamos otra gran oportunidad de hablar el inglés bilingüe, a un precio más reducido y con menos esfuerzo, viendo Sensación de vivir, Melrose Place, Los Simpson, La Pantera Rosa, Parque Jurásico o Sólo en casa doblados al español. Sin embargo, con Internet, nos estamos acostumbrando a ver los contenidos audiovisuales en la lengua de Shakespeare, así que poco a poco superaremos esta lacra, pero como siempre no por el trabajo de los políticos sino del pirateo.
Aunque esta práctica nos está llevando a otra lacra: el desplome de la industria cultural. Claro que antes había precios desorbitados en los discos, por ejemplo, pero ahora hemos pasado a un consumo de gratis de la cultura que es insostenible. En Estados Unidos la piratería está muy perseguida, en cambio, aquí como tenemos esta tradición del Lazarillo de Tormes presumimos que no pagamos ni un duro por la cultura. ¡Ai, este Lazarillo que históricamente nos has empobrecido en todos los niveles!
Y después de este inciso pirata, recomiendo que si alguien está pensando en cursar un máster u otra carrera porque no encuentra trabajo, mejor estudie filología inglesa o haga una inmersión lingüista en el extranjero. Uno puede ser analfabeto en todo, pero si habla inglés, seguro que encuentra trabajo.
Y aquí es cuando recuerdo esas palabras de la actriz Leonor Walting (de madre inglesa y padre español) que decía en una entrevista en Woman Madame Figaro: “Que tu lengua materna sea el inglés no es un súper poder, aunque dé envidia”. Sí, es un súper poder en el mundo laboral y me das mucha envidia, además porque has trabajado con Pedro Almodóvar e Isabel Coixet y el padre de tus hijos se llama Jorge Drexler.
¡Gracias por tu comentario! Realmente el tema de los Erasmus es más una experiencia personal que una oportunidad para aprender un idioma... Esto del inglés es un gran negocio: academias, estancias en el extranjero...
¡Olé!! No puedo estar más de acuerdo. ¿Y qué me dices de los que en un empleo van por delante simplemente por haberse ido de Erasmus? ¿Y a mí que me zurzan por no poder permitírmelo en su día? ¡Venga ya!
No quiero generalizar pero hoy en día esa beca no sirve para nada, oh wait, ¿para salir de fiesta quizás? ¿para hacerte tu grupito de amigos españoles? Al menos así ha sido con la mayoría de mis compañeros de la universidad, que si ya se fueron suspendiendo el examen o copiando por si acaso se quedaban sin destino, luego aún volvieron con menos idea de inglés que yo. ¡Guau, cuánto aprendieron!
En fin, las grandes mentiras del inglés y su negocio con los certificaditos a 200 euros, maldita titulitis...
¡Un saludo!